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La dulce condena de Ángel di Maria


      Leonardo Da Vinci, Alejandro Magno, Mozart, Bill Gates, Rubens, Fred Astaire, Ghandi, Jimmy Hendrix, Ángel di María…En definitiva zurdos. Ese pequeño porcentaje de la población, solo un 15%, que funciona a contracorriente. Se podría realizar una lista interminable de genios zurdos, casualidad o ¿existe algo más?

        En el mundo del deporte la lista es aún más ilustre, con nombres como Maradona, Pelé, Messi, John McEnroe, Óscar de la Hoya, Ayrton Senna…Son solo algunos ejemplos, sin embargo los zurdos son excluidos de deportes como el polo o el hockey,  ¿es ser zurdo una bendición o una maldición?



       El argentino Ángel di María sería la mejor respuesta. De extremidades de alambre, el “fideo” es un luchador, de sangre caliente, y espíritu impertérrito, como decía Quevedo, un jugador a una pierna zurda pegado, jugador con anteojeras de caballo. Son frecuentes sus gestos y escorzos antinaturales, dignos de un contorsionista, para golpear con su pierna izquierda. Esto provoca jugadas de ensueño, imposibles de creer para cualquiera que no sea zurdo, una limitación autoimpuesta que es cierto que le resta opciones de juego aparentemente sencillas, pero sin embargo le da alternativas inverosímiles, gracias a su enorme técnica, en las que solo el confía.

      Tendencias ya inherentes en él,  imposibles de cambiar se han convertido en parte de su juego. Un jugador agresivo, vertical, de gran despliegue físico y rapidez, su papel en el Real Madrid es básico. Cuando el balón pasa por la zurda de Ángel, la vida de la jugada se acorta drásticamente, para bien o para mal, es el catalizador que enciende la mecha.

       Su apego a su pierna izquierda es su ADN, su distintivo como jugador, es de nuevo su dulce condena, prueba de ello es su precisión en el pase esta temporada, 68%, la menor de un jugador de campo en el Real Madrid, seguido por Gonzalo Higuaín con un 76%. ¿Síntoma o síndrome de su juego? Sin duda alguna, el de Rosario, es un jugador arriesgado, que vive en el alambre, y que por complicada que sea la situación no renunciará a su pierna izquierda. Una manera de jugar arriesgada, casi testaruda, que en ocasiones provoca la incomprensión de los aficionados.

     Las pérdidas de balón originadas, afectan sin duda a la confianza del jugador, pero no a su pierna izquierda, la cual seguirá siendo inseparable. Pese a que sea criticado, que se aluda a problemas físicos en un jugador de un físico excepcional, que se vacía en cada partido. El juego ofensivo de Ángel di María, es el todo o nada, lo brillante o lo nefasto. La dulce condena del zurdo.